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70.000 razones para echar a Daer

Hay un refrán que dice que “la vida merece ser vivida”. Pero en la sociedad capitalista pocos viven como reyes y la gran mayoría está obligada a vender su fuerza de trabajo para subsistir.

Hernán Aragón

10 de mayo 2012

Hay un refrán que dice que “la vida merece ser vivida”. Pero en la sociedad capitalista pocos viven como reyes y la gran mayoría está obligada a vender su fuerza de trabajo para subsistir.

Para apropiarse del trabajo de los obreros, la burguesía necesita del burócrata sindical. La burocracia es una casta que se independiza de su clase de origen y actúa como policía al interior del movimiento obrero. No se trata de una cuestión ideológica sino material, porque la existencia del burócrata se funda en las prebendas y privilegios que éste recibe por parte de los patrones y el Estado a cambio de garantizarle a la burguesía los mecanismos que perpetúen la explotación del trabajo asalariado.

La Bordó hizo concreta esta denuncia al mostrar que Rodolfo Daer recibe un sueldo de $70.000, mientras el salario de un obrero ronda los $4000.
La denuncia también incentiva la imaginación: “¿En qué gasta Daer sus 70.000 pesos mensuales?

Olvidémonos que este burócrata cuenta con una cuenta bancaria abultada por los servicios prestados durante años de servilismo cuando fue Secretario General de la CGT durante las privatizaciones y el escandalo de la Ley Banelco, e incrementada por las “minucias” que le reportaron la venta de un terreno en Parque Leloir del STIA por 5 millones de dólares (al sindicato solo entraron 1,5 u$s), más otros negocios accesorios.

Pero sólo ese ingreso mensual de $70.000, permite al Secretario General de un sindicato vivir como lo hace un burgués.

Daer puede contar con personal doméstico que les cocine y les limpie el baño, mientras las miles de obreras de la alimentación luego de dejar la vida en las fábricas están condenadas a seguir trabajando en las tareas del hogar.
Para cuidar su salud, puede acceder a los mejores planes de las prepagas más caras (Como el de Swiss Medical que cuesta $3000).

Distinta es la situación de los obreros y obreras. Muchos cuentan que caer en la obra social del sindicato de la alimentación puede ser un viaje sin retorno y que si tuviesen que elegir, algunos preferirían internarse en una veterinaria (Daer dirá que esta es una exageración de campaña).

La vida obrera está condicionada por la alienación provocada por los aturdidores ritmos de trabajo. Los obreros suelen encontrar un escape en algún bar cercano a la fábrica (eso les ahorra tiempo y dinero). Las posibilidades de Daer son un poco más vastas. Autos lujosos, vacaciones en el Caribe, banquetes en restoranes lujosos, son el sello del nivel de vida que lleva todo burócrata sindical así mantenido.

Podríamos seguir imaginando qué puede hacerse con un sueldo de 70.000. Resulta más amargo, sin duda, enumerar las posibilidades que ofrece el salario del obrero.

La mantención de estos privilegios es lo que lleva a Daer a luchar febrilmente por aferrarse a su puesto, en este caso, recurriendo al fraude escandaloso.
Sin embargo, en esa podredumbre de la burocracia encuentra terreno fertil para el sindicalismo de izquierda para desarrollarse. Y esto es lo que los ideólogos de la burguesía advierten como peligro presente.

La campaña electoral ya arrojó un resultado que no podrá fraguarse. Después de esta elección habrá nuevos trabajadores, aún en las fábricas más pequeñas, a los que la Bordó les habrá dado 70.000 razones para luchar por acabar con la burocracia sindical.

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