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Nacional

ANIVERSARIO DE LA DEMOCRACIA ARGENTINA

25 años de pactos contra el pueblo

Los 25 años de la democracia argentina fueron celebrados por los medios reivindicando la figura de Raúl Alfonsín. Montada en esta campaña, la UCR recordó con nostalgia en el Luna Park cuando reunía un millón en el Obelisco allá por el ’83.

Facundo Aguirre

6 de noviembre 2008

Los 25 años de la democracia argentina fueron celebrados por los medios reivindicando la figura de Raúl Alfonsín. Montada en esta campaña, la UCR recordó con nostalgia en el Luna Park cuando reunía un millón en el Obelisco allá por el ’83. Estuvo presente el mentado “pan-radicalismo”: Carrió, Cobos y López Murphy para escuchar una grabación de Raúl Alfonsín presentado como patriarca de la democracia argentina. El mensaje que se intenta imponer es que hay que rescatar el consenso y el diálogo entre los partidos, como el principal valor de la institucionalidad democrática de estos 25 años. Estamos frente a un operativo ideológico que contrabandea el verdadero papel de los pactos entre los políticos del PJ y la UCR en todos estos años.

Para tener en cuenta quienes se han beneficiado en estos años de democracia burguesa, la deuda externa aumentó de 45.000 millones de dólares en 1983 a los actuales 179.400 millones de dólares. La participación de la masa salarial en el PBI en 1983 era del 38,47% hoy es apenas del 29%. Mientras que la desigualdad entre los ingresos de los más ricos y los más pobres aumento de 12 veces más en los años de dictadura a las 30 veces a favor de los más ricos de la actualidad. Demás esta decir que los grupos económicos que se impusieron en la dictadura son los que hoy se mantienen en la cúpula del poder económico.

La democracia burguesa argentina es un producto de la derrota de la clase trabajadora por el genocidio y de la Nación frente al imperialismo en la guerra de Malvinas. Las libertades democráticas fueron conquistadas por la movilización obrera y popular y no por los partidos patronales. Tras el quiebre de la dictadura en 1982, los partidos nucleados en la Multipartidaria –UCR, PJ, Partido Intransigente, el MID, el Partido Demócrata Cristiano, y con el apoyo desde la izquierda del Partido Comunista– hicieron todo lo posible por acolchonar su caída y pactaron dejar la transición en manos del genocida Bignone, que pretendía una autoamnistía por los crímenes de la dictadura, para sostenerla más de un año hasta garantizar las elecciones.

En 1983 Alfonsín ganó las elecciones polarizando frente a un peronismo que mostraba continuidad con el de Isabel Perón, acusando de tramar un pacto militar sindical. Pero el radicalismo en el poder optó por transar con los genocidas tras el levantamiento carapintada de la Semana Santa de 1987, mediante la firma del Acta de Coincidencias Democráticas, firmada por los partidos patronales y el Partido Comunista, que significó el impulso de la ley de Obediencia Debida. Y después de intentar utilizar el desprestigio de la burocracia sindical para debilitar a los sindicatos con la fallida Ley Mucci, terminó años más tarde nombrando a un hombre del sindicalismo, Alderete, en el Ministerio de Trabajo.

Quebrado el radicalismo, los capitalistas provocaron un golpe de mercado hiperinflacionario en 1989, que provocaron los saqueos y la entrega anticipada del gobierno a Carlos Menem, que había triunfado en las elecciones presidenciales. Esta salida implicó un pacto entre los partidos mayoritarios donde el radicalismo se comprometía a apoyar las leyes de emergencia económica y los indultos a espaldas del pueblo. Esto permitió al menemismo llevar hasta el final la contrarreforma social y la entrega nacional que la dictadura se había propuesto. Los partidos y representantes políticos patronales acordaron en el famoso Pacto de Olivos ideado entre bambalinas por Luis Barrionuevo y Enrique Coti Nosiglia, y rubricado por Alfonsín y Menem, la reforma del régimen político de la entrega al imperialismo y las privatizaciones, mediante la Constitución de 1994.

El 19 y 20 de diciembre del 2001 se abrió por la peor crisis nacional de la democracia burguesa en nuestro país en medio de un estallido económico. Entre la decisión del gran capital y el PJ –amén de todo un sector de la UCR– de bajarle el pulgar a De La Rúa y la rebelión popular, la Argentina presenció el pacto entre los partidos patronales para salvar la continuidad institucional. Los sucesores del radical: Puerta, Rodríguez Saa, Camaño y Duhalde fueron elegidos en un parlamento blindado frente al rechazo social. El “consenso” tuvo como fin salvar de la quiebra a los capitalistas mediante la devaluación sobre las espaldas de los trabajadores.

Frente a un nuevo escenario de crisis económica y política, entre las conspiraciones y las operaciones para alentar la corrida del dólar, todo un arco de la oposición patronal a los Kirchner monta el operativo ideológico en defensa del “consenso” y el “diálogo” entre los partidos patronales como bien supremo de la democracia.

Los consensos en estos 25 años de democracia burguesa implicaron una conspiración contra los intereses populares para beneficiar al gran capital. La clase trabajadora no puede esperar nada de la democracia para ricos, sus partidos y sus pactos a espaldas del pueblo.

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